Tras pensarlo largamente, he decidido subir esta entrada. La verdad es
que, al aplazarlo tanto, sentí que ya había pasado el tiempo para revelar todas
las impresiones que me causó esta película, no obstante, y como mencioné en el
comunicado, este blog es personal y siento que me debo a mí misma publicar lo
que quiera y cuando pueda.
El Irlandés constituye un pasaje obligado para todos quienes apreciamos este
tipo de temáticas. En la siguiente crítica explicaré cada impresión que me dio.
Para quienes desean verla, les informo que está en Netflix, sin embargo he
puesto la señal de Spoilers, así que te invito a verla antes de leer la opinión
de esta humilde servidora.
Ahora sí, sin más preámbulos, empecemos...
A través de sus tres horas y media de
duración, conocemos lo sucedido en la vida de Frank Sheeran, su amistad con
Russell Bufalino y todo en torno al misterio de la desaparición de Jimmy Hoffa.
La historia empieza
en un geriátrico, en donde un anciano Frank Sheeran (Robert De Niro), adorable
a los ojos de cualquier ingenuo, nos empieza a relatar sus vivencias. Cual anciano
hablando de tiempos mejores. Con las escalofriantes palabras: “Cuando era
joven, creía que los pintores de casas, pintaban casas. ¿Qué sabía yo?”, sientes
tu piel como la de una gallina, una frase que, a lo largo de la película, queda
clara como una metáfora hacia el asesinato a sangre fría. Sentado en una silla
de ruedas, Sheeran nos pone al tanto de lo sucedido a lo largo de su vida, en
tanto en la pantalla empiezan a aparecer imágenes de lo que ocurre con la
melodiosa voz de un narrador magistral, exponiendo todo el talento de Robert De
Niro.
La película tiene
una extraña pero interesante línea temporal. Primeramente vemos a Frank Sheeran
y a Russell Bufalino (Joe Pesci) junto a sus respectivas esposas, empezando un
viaje a Detroit, que los conduce a la boda de la hija del primo de Bufalino. Es
un evento secundario, ya que el viaje se compone de una seguidilla de encargos.
Mientras viajan, Sheeran
empieza un flash back hasta el instante en que conoce a Bufalino en una
estación de gasolina, claro que por aquel entonces nuestro protagonista tenía
un empleo de camionero, y ese recuerdo avanza hasta que empieza la vida
criminal y al instante en que sabe quién es Russell Bufalino.
Debo mencionar que
toda esta parte, se remonta a cuando Sheeran tenía treinta y cinco años, lo
cual es importante en la película, no por la historia, sino por la ejecución de
esta. Claramente Robert De Niro no tiene, ni por asomo, esta edad, por lo que,
para poner al mismo actor en cada parte de esta historia criminal, optaron por
el rejuvenecimiento digital. Admiro demasiado a cada actor involucrado en la
película, pero me cuesta creer que no pudieron optar por actores jóvenes
parecidos para remontarse a momentos pasados, por último como dobles de cuerpo.
Los rostros se ven raros, sobre todo en De Niro, pero eso no es lo que más me
incomoda, sino más bien la comunicación no verbal. Ciertamente no habría notado
el rejuvenecimiento extraño, si no fuera por la escena en cuanto Sheeran, por
defender la integridad de su hija, acude a la tienda en donde el dueño ha
empujado a la muchacha. Es una sola toma, pero se ve tan poco enérgica que
incomoda. Robert De Niro se mueve como abuelito, y la pelea, más que épica —como
la de Sonny golpeando a Carlo Rizo en El Padrino—, se torna patética, debido a
que sus movimientos no cuadran con su rostro y, menos, con su supuesta edad.
Por otro lado, quizás la crítica es más hacia el actor, debido a que Al Pacino
(interpretando a Jimmy Hoffa), quien tiene dos escenas de enfrentamientos,
posee más vitalidad, aunque claro, Hoffa es siete años mayor que Sheeran.
Si debo mencionar
lo más importante de las actuaciones, empezaría por la mirada penetrante de Joe
Pesci, quien llevaba años retirado del mundo de la actuación. Este actor fue
capaz de erizarme la piel sin siquiera abrir la boca, la manera que tenía de
mirar en momentos de tensión, indicaban que Bufallino solo analizaba a su
interlocutor mientras en su mente calculaba todo lo que quedaba por hacer.
¡Todo eso lo expresaba solo con mirar! Joe Pesci es demasiado bueno en lo que
hace.
De los actores
involucrados en la película, mi favorito es Al Pacino. Sé que puedo parecer muy
fanática y mi amor por el universo de El Padrino puede involucrarme a no querer
dejar atrás a Michael Corleone, pero juro que no es así. Al Pacino cambia de
personaje muy fácilmente, él es el actor y hace que cada interpretación sea
diferente. Es mi favorito en esta película en particular. Jimmy Hoffa es un
misterio para todo estadounidense, porque hasta el día de hoy no se sabe bien
quién estuvo involucrado en su desaparición. En la película, no obstante, no es
una víctima sino todo lo contrario, contactando a Sheeran porque, bien sabía,
pintaba casas. Al Pacino interpreta al sindicalista más importante en la
historia de Estados Unidos. No ahondaré en la historia, pero este magnífico
actor me emociona y convence. Es el personaje político más creíble que
alguna vez haya visto, juro que votaría por Al Pacino en cualquier momento. Al
cerrar los ojos, sientes exaltación al escuchar su voz, y, al abrirlos, sus
gestos son tan naturales que puedes apreciar todo ese gran talento en su mayor
apogeo. Sus escenas de pelea, a diferencia de las de Robert De Niro, son
totalmente energéticas y, en sus movimientos, no se siente como un abuelito, Al
Pacino da lo mejor de sí en cuanto a gestos, movimientos, tono de voz y, en su
conjunto, actuación. Sin dudas su mejor trabajo.
En definitiva, cerrando el tema de la actuación, uno de los elementos visuales más importantes a lo largo de la película son los gestos del triunvirato del éxito. De Niro, Pesci y Pacino transmiten sus más grandes temores y victorias con tan solo estar en silencio.
Un elemento muy
original —quizás me gusta porque es lo mismo que hace Mario Puzo en sus
libros—, es que cada personaje tiene un fin que queda explicado, no nos da
vueltas a la cabeza considerando qué sucedió finalmente con cada uno de los secundarios,
sino que, al momento de ponerlos en pantalla, conocemos su destino, claro que,
al ser sobre mafia, su destino es negro y crudo.
Durante la
película, hay largas charlas. Sobre por qué un personaje ha dejado de fumar, el
porqué de la puntualidad y cómo debe comprarse un pescado, no obstante, no me
aburrí ni siquiera de eso. Sus charlas son envolventes y dan cierta metáfora a
lo que sucede. Quizás soy solo yo, pero saber que hablaban de comprar un
pescado minutos antes de matar a alguien me dejó impactada. La perfecta muestra
de dormir con los peces.
La moraleja,
supongo, radica en la fragilidad del ser humano. Todos somos de carne y hueso,
y eso la mafia lo sabe. La línea de tiempo, en cierto momento, deja de ser
extraña, porque en el relato de Sheeran —desde el geriátrico—, las conclusiones
se hacen presentes. En un primer momento vemos hombres de mediana edad, para,
al final, verlos en sus últimos días. ¿De qué servía tener tanto poder y
dinero? Cada uno de ellos murió de alguna u otra manera, pero lo peor le tocó a
los más poderosos, quienes eran débiles e indefensos y estaban completamente
solos. Nada vale la pena a la hora de envejecer.
Para los que
conocen mi blog, saben que la música constituye algo primordial para mí. Esta
película carece de música en momentos intrigantes. ¡No es necesario! La voz de
este narrador en primera persona es suficiente para tus tímpanos, lo demás no sería más que relleno.
Hasta aquí mi humilde crítica, espero que lo
disfrutaran y me expongan en los comentarios qué pensaron sobre esta
maravillosa película.
Y tú, ¿qué opinas?
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